Todo se llega, decía la
abuelita Paulita. Y así es; todo se llega, y todo pasa, para bien, o para mal.
El día 17 se acercaba cada día más rápido. Yo me había pasado el tiempo
esforzándome por mantener un estado mental positivo, con visos optimistas
respecto al resultado de usar los esteroides y recibir una buena noticia el día
perentorio de mi siguiente cita con la Paton.
Me la pasaba todos los días
tomando las pastillitas con mucha ilusión, muy baratas por cierto, y
obsesionado con ver a cada rato sólo a través de mi ojo raro, buscando una
mejoría que nunca llegó por más que me tratara de convencer a mí mismo. Me curó
muy bien el dolor del codo, pero hasta ahí. Hubo momentos en que casi podría
jurar que sí había mejoría, pero muy pronto el come-come mental me ponía en mi
juicio y me demostraba que seguía viendo mal y punto. Ahora, de la misma forma
tampoco veía peor de ninguna manera. El corazón se ilusiona muy fácil, y da
consejos sesgados. Me acuerdo de una frase que usamos los golfistas cuando hay
alguna trampa, bosque, río o lago poniendo en peligro nuestra bola al hacer un
tiro, y al ver que terminamos a salvo, pero con la bola bastante más lejos del
hoyo de como quisiéramos haberla puesto, decimos: “es que el corazón apunta
para un lado, y el culo para otro”...
Todo lo que escribí antes,
sobre mis experiencias cancerígenas, estaba basado en que quería encontrar una
manera de decirle a mis hermanas, amigos y demás seres queridos sobre mi
situación, pero sin alarmar a nadie, y por eso literariamente no tiene un
inicio adecuado para generar el suspenso deseable, como mi buen amigo Océano me
criticó con todo acierto, porque él sí es escritor. Y así como de él, aprendí
mucho de todos los que se tomaron la molestia de leerme y además de escribirme
o hablarme después. Aprendí que todos tienen una óptica distinta de lo que
están leyendo; una reacción diferente, como diferente es cada uno, y descubrí
cómo le afectó distinto a cada uno. Mi Hermana Laila, por ejemplo, no soportó
seguir la lectura e hizo trampa, saltándose hasta el final del texto para saber
de una buena vez el desenlace. Siempre es alentador y reconfortante saberte
apreciado, no cabe duda.
Al llegar a la cita del 17 de
Septiembre, pasé por todo el asunto de las interminables fotos del ojo, con
inyecciones intravenosas de medios de contraste, dilataciones extremas de
pupilas, y sonogramas de ambos ojos. Tras eso hubo que aguardar más de 2 horas
para que la Paton y secuaces me pudieran ver. Aquella estaba sentada tranquila
a mi lado. Ya habíamos comido los tacos correspondientes. También, resultó que
el ratón especializado de mi equipo de edición fotográfica estaba ya fallando,
y para el modelo de tableta que tengo, y que no quiero dejar de usar, ya no lo
fabrican, así que me había metido el día anterior en Craigslist a ver si
de casualidad encontraba uno usado a la venta. Nunca me han fallado en Craigslist,
y alguien de Vancouver estaba vendiendo uno, súper barato, que se veía muy bien
en la foto de venta (con todo y mi ojo malo). Me quedé de ver en la taquería
con el vendedor del ratón, porque resultó que él andaría por el rumbo ese mismo
día. Nos encontramos, y me hice de un ratón que está como nuevo, por $20
Dólares en lugar de $90... Cuando las cosas se ponen a favor, se ponen, y
cuando no, “ni aunque te quites”, como dicen en el rancho de Aquella. Si las
cosas de mi ojo se pusieran a buen modo, magnífico, sino, no hay mucho que
hacer.
Tras de revisarme muy
concienzudamente, la doctora no se mostró todo lo contenta que yo hubiera
querido. Mi imagen deseada era que me diría: “se nota una clara reducción.
Aunque no se ha ido del todo (porque yo sabía que la visión seguía deformada),
se ve una clara mejoría. Los anti-inflamatorios están funcionando, y eso
descarta aún más una lesión maligna. Vamos a continuar con esto por más tiempo,
porque quizás la evolución del proceso inflamatorio ha sido mucho más larga de
lo que creíamos, y no se va a desaparecer tan fácilmente en un mes. Vamos
bien...” Lamentablemente, no fue así del todo. Empezamos bien, porque al
colocar en los monitores de las computadoras de su cubículo de consulta, lado a
lado, las fotos de antes y después de la medicina, se notó que una gran parte
de algo que parece líquido se había ido, pero al mismo tiempo, eso dejó más al
descubierto la clara presencia de una masa en la coroides de ese ojo izquierdo,
que en su opinión, no había reducido su tamaño como ella esperaba.
Las buenas noticias eran que
no había tampoco crecido, aparentemente, y sobre todo, no se había infiltrado a
otras áreas aledañas, ni tampoco había novedades en el ojo derecho.
Simultáneamente, no sin algo de ironía, el que no se hubiera materializado lo
que sea que esté ahí en otra área del ojo, obra en mi contra porque ahora sólo
quedaba, para estar seguros, hacer una biopsia, pero ahí donde está el asunto,
es muy peligroso. Yo me di cuenta que la doctora estaba muy reticente a hacerme
una biopsia, y que se debatía casi para sus adentros, hablando en voz muy baja
como para estarnos explicando a Aquella o a mí, o en voz alta, si es que sólo
hablaba consigo misma.
Ahora sé que simplemente
puedes perder la visión de forma permanente si se realiza una biopsia en ese
punto. Si estuviera en otra zona más lateral de la coroides, sería mucho menos
peligroso, y por eso el que la lesión no se haya infiltrado hacia otra parte
más accesible para cosechar células, opera en mi contra, mientras que el que no
lo haya hecho es a mi favor. ¡Qué joder!
“Podría ser una biopsia muy
cara, si resulta que no era nada maligno” me explicó mi querido amigo Miguel,
pero a la vez, "me podría salvar la vida", como se dice
dramáticamente. Son de esas decisiones que no resultan nada atractivas, ni
entretenidas, ni divertidas. La doctora me volvió a revisar la visión, la
encontró aún en 20/20, y repitió que lo último que deseaba era desgraciarme tan
buena vista, más aún siendo fotógrafo, pero se le estaban acabando las opciones...
Miguel es un gran oftalmólogo.
Aunque se dedica a otra subespecialidad, pediátrica, siempre ha tenido un don
especial y maravilloso en lo que se refiere a la procuración de la salud de un
enfermo. Me sentí muy contento de que me llamara inmediatamente que se enteró
de esto. Su opinión es muy relevante para mí, tanto objetiva como
subjetivamente. Me explicó muchas más cosas, y me está ayudando a decidir. Me
pidió que le mandara mis estudios para llevárselos a oncólogos oftalmológicos
de su confianza, y poderme dar más bases para pensar. Cuando le dije a la
doctora Paton sobre él, ésta de inmediato me dijo que con gusto hablaría con él
y lo pondría al tanto. Ya solicité todos mis estudios, y ya estoy por recibir
el último que me falta de los ultrasonidos. En cuanto lleguen, se los mandaré a
Miguel. En el inter, me pidieron que llenara una forma donde debía entre otras
cosas escribir los datos del doctor a quien se los quería mandar. Me quedé
sorprendido de enterarme que cuando lo solicité, con esos datos la doctora
Paton por su propio gusto le marcó a Miguel hasta Denver, Colorado donde él
practica su profesión, y le explicó mi caso, lo que planea hacer, y demás.
Miguel yo sé que ya se había tomado la molestia de averiguar quién era esta
doctora, y creo que quedó muy bien impresionado de sus credenciales. Me
escribió cuanto antes para decirme que estaba en buenas manos y que me estaban
atendiendo muy bien, lo cual es muy agradable de oír...
Mi cuñado Scot, un excelente y muy exitoso pediatra, y que es un honorable y ya veterano vencedor de un cáncer bastante
maléfico, me demostró una vez más su inefable cariño pidiéndome que le mande
cuanto antes todos los mismos estudios, para compartirlos con los especialistas
del MD Anderson en Houston, Texas donde ha estado yendo en forma personal desde
hace ya muchos años, y sus colegas lo respetan y le tienen mucha deferencia
como para ofertar una consulta gratuita en mi caso. Desde luego que en cuanto
tenga los estudios se los haré llegar de inmediato.
La experiencia en el sistema
médico sigue siendo muy buena. Cuando llamé al BC Cancer Centre para
solicitar mis estudios de escaneos, tomaron mi número de paciente, me
contestaron en 1 minuto que con muchísimo gusto, pero que tenía que pasar por
ellos porque había que firmar de recibido, y que a partir del día siguiente los
dejarían en la recepción listos para mí. Como Aquella no le había tocado ir
conmigo a ese enorme centro médico especializado, me la llevé encantado de
presumirle lo bien que tratan a los enfermos de cáncer. Llegamos a la recepción
central, le dije a qué venía a la recepcionista, y de inmediato me indicó que
debía pasar a la recepción de Imaging, en el piso 3. Llegamos
compartiendo el elevador con varias personas en claros estadios diversos de esa
enfermedad maléfica que tanto nos amedrenta; iban a pie, con andadores, o en
silla de ruedas. Delgadísimos, pelones, cenizos, o demacrados... y yo gordito y
rozagante, con mi esposa del brazo... En la siguiente recepción me llamaron darling
y sweetheart, y ahí tenían listo mi paquete. Me despidieron deseándome
que me vaya muy bien y con una sonrisa. Y además, lo sientes que es muy
sincero. No me explico cómo no se cansan de prodigar calor humano en medio de
tanto trabajo y tanto sufrimiento. En el área de fotografía, ya de regreso en
el Eye Care Centre, me explicaron que estaban colmados de trabajo, y
cuando humildemente les comenté que volver otro día desde donde yo venía era
algo problemático, y que estaría dispuesto a esperar, me ofrecieron que
volviera más tarde y que lo harían por mí.
Aquella aprovechó la oportunidad
para irnos caminando por la cercana avenida Broadway de Vancouver en busca de
una óptica, porque ya se había cansado de usar esos lentecitos molestos que
ocupamos para leer casi todos los pre-ancianos, y se quería mandar a hacer unos
lentes progresivos como los míos, que se mantienen puestos todo el tiempo y
dejas de andarte con la jodedera de que se te perdieron lo mentados lentes de
leer, y no ves nada de cerca y tienes que ordenar al azar en el menú de un
restorán para no hacer más pública la incapacidad. Aparte, aunque no hay porqué
estarlo mencionando mucho, pero yo sé que ya tampoco ve tan claro que digamos a
la distancia, así que con esos lentes mataría dos pájaros de un tiro. Y ella
quería matar a tres, porque además, sus lentes debían ser un claro Fashion
Statement, no cualquier lentesucho de farmacia iba a servir... En la
primera óptica que entramos, como cuando las cosas que deben ser se ponen
solas, su vista desnuda se posó primero que nada sobre unos lentes que le
llamaron altamente la atención, y le vi ese brillito travieso que le aparece en
la mirada cuando algo la entusiasma, y que a mí me genera un calorcito muy
particular en el pecho. Ya llevaba mucho tiempo viendo opciones, no era el
primer marco que veía, pero en este caso, fue amor a la primera. Además,
resultó que las empleadas de la óptica eran Españolas, así que más a gusto se
sintió; se le arremolina la sangre Ibérica cuando escucha ese Español castizo.
Así que ahí se quedó, consultando con el oftalmólogo de la óptica, con el
optometrista y definiendo su pedido. A mí me pareció que se veía muy guapa con
esos lentes y me dio mucho gusto que los escogiera. Desde luego, no son comunes
y corrientes, pues son dignos de ella y sus gustos, así que no dejan de
sorprender a muchos que son más adeptos a ser comunes y corrientes, no
creativos y diferentes, como es Aquella. Son elegantes inevitablemente, o no
los habría elegido, y originales, por supuesto, sino ni los habría visto.
Volviendo al tema de la
consulta, La doctora Paton se salió del cubículo algo contrariada, y tardó un
buen rato en volver. Cuando lo hizo, llegó con su colega de siempre. Habían
estado discutiendo el caso, y quería que él me revisara también, como es por lo
visto costumbre al menos conmigo. Él estuvo de acuerdo con lo que ella vio en
el oftalmoscopio y en las imágenes gráficas, y se quedaron por un instante
callados, meditativos. Ahí fue donde me pareció que debía meter mi cuchara para
que la balanza se moviera del lado que yo deseaba: quizás la evolución de mi
“bolotoma”, comencé a proponer, (término que yo usaba desde la universidad
en mi vida anterior de cirujano bucal para llamar a una masa que no ha sido aún
bautizada con su nombre propio porque el diagnóstico esta pendiente), ha
sido mucho más larga de lo que creíamos, y no se va a desaparecer tan
fácilmente en un mes. Vamos bien. Lo que se necesita es más tiempo y seguir con
las pastillas...”
A la doctora Paton le agradó
la opción para discutirla. De inmediato comenzaron a considerar entre ellos las
dosis que llevaba, y si habría que aumentar la dosis o qué. El médico opinó que
bien podrían aumentarme las dosis y actuar más agresivos para ver si se produce
un cambio notorio que los convenciera en dejar de pensar en un cáncer. Yo apoyé
de inmediato la moción, pero les pedí que me explicaran con detalle las
indeseables consecuencias de tomar esos reemplazos sintéticos de las hormonas
de las adrenales en dosis altas, y cuál era el tiempo máximo razonable de
hacerlo. En pocas palabras, no se deben usar por largos plazos porqué sí van
generando toda una serie de trastornos, empezando por el que tu cuerpo deja de
fabricar dicha hormona que le estás proveyendo artificialmente, y se sienta en
sus laureles. Las dosis deben ser limitadas, y se deben retirar pausadamente
con el mismo cuidado de los adictos a los opiáceos que se quieren limpiar, o
salir de éstas en etapas, como los buzos que regresan de las profundidades en
el océano para no descomprimirse. Así que mi nueva dosis sería agresiva, pero
por sólo 8 semanas, y desde la tercera, se empezaría a reducir la dosis cada 5
días para que ya esté bajita cuando llegue mi siguiente cita con la Paton, y a
los pocos días se termine el tratamiento.
“If we are having this same discussion next time we get
together, we will not have many more options...” nos advirtió al doctor y a mí la Paton, porque
ella había tomado la postura contraria para que se suscitara el debate en que
ahora “se dejaba” convencer de intentarlo. Y efectivamente, antes de dar por
terminada la sesión, me comentó que se había salido a buscar a su colega para
buscar un contrincante que la ayudara a analizar, y que efectivamente estaba
muy contrariada de tener que hacer una biopsia, pero tampoco se atrevía a no
hacer nada. Me dijo que por como las cosas se estaban comportando, en verdad no
esperaba que pasara nada malo por aguardar 8 semanas más, y darle otra
oportunidad al destino deseado.
En eso estoy. Lo primero que
hice desde ese día 17 de Septiembre, es que ni de chiste he vuelto a ver sólo
con el ojo izquierdo. No me pregunten porqué, pero lo he cumplido cabalmente, y
ahora ya no me atrevería a hacerlo, por miedo a decepcionarme mucho, demasiado tiempo
antes de la siguiente sesión y batallar más para mantenerme tranquilo durante
la espera. Mejor me aguanto hasta el día 22 de Octubre próximo, cuando volveré
al vía crucis de los estudios oftalmológicos y a consultar con mi ya muy
estimada doctora Paton. Mientras tanto sigo con la ilusión de que todo va a estar
bien...
A ver qué se ve...
No comments:
Post a Comment